El Secretario General pide a todos los países que regulen también el empleo de las minas terrestres antivehículo. Dichas armas siguen causando muchas bajas, a menudo de civiles. Restringen el movimiento de personas y de ayuda humanitaria, convierten las tierras en no aptas para el cultivo y niegan a los ciudadanos el acceso al agua, a los alimentos, a los cuidados y al comercio.
Cada día, hay personas que mueren o pierden extremidades por pisar una mina terrestre. La mayoría de los casos ocurren en países en paz y la mayoría de las víctimas son civiles. La Convención sobre la Prohibición de las Minas Antipersonal aborda este flagelo. Prohíbe el almacenamiento, la transferencia y el empleo de minas antipersonal, exige a los países que las eliminen de su territorio y, al mismo tiempo, requiere a los Estados en condición de hacerlo para que ayuden a los países afectados.
En la década de 1980, el empleo de minas antipersonal se reguló con arreglo al tratado de la Convención sobre Ciertas Armas Convencionales. Sin embargo, muchos países querían una prohibición completa. A la subsiguiente Convención sobre la Prohibición de las Minas Antipersonal se han sumado tres cuartas partes del total de países del mundo. Desde sus comienzos, hace más de un decenio, ha dado origen a una práctica suspensión de la producción mundial de minas antipersonal y a una reducción drástica de su despliegue. Se han destruido más de 40 millones de minas almacenadas y se ha proporcionado asistencia a los supervivientes y a las poblaciones que viven en las zonas afectadas. Se han declarado libres de minas terrestres numerosas zonas minadas o que se consideraban peligrosas y se han liberado para su uso productivo. Como resultado de estos esfuerzos, el número de bajas ha disminuido significativamente. Otras tendencias positivas son las siguientes, entre otras: el aumento de la capacidad nacional para gestionar los complejos programas de actividades relativas a las minas; el gran progreso en la articulación de la asistencia a las víctimas en el contexto más amplio de la discapacidad; y la confección de instrumentos mejorados de reducción del riesgo. La Convención sobre la Prohibición de las Minas Antipersonal ha sido un marco central para que los Estados lleven a cabo actividades relativas a las minas que propicien todos estos importantes logros.
Sin embargo, bastante más de 10 millones de minas almacenadas esperan su destrucción. Hay extensiones enormes de tierras que siguen infestadas y, por tanto, son demasiado peligrosas para destinarlas a uso productivo. Decenas de miles de víctimas y sus familias todavía no han recibido la ayuda adecuada. La presencia de minas continúa impidiendo el desarrollo social y económico.